viernes, 12 de octubre de 2007

Apunta a los juegos

"En Europa he podido entrenar bien. Aquí encontré a gente de mi peso. En Lima era horrible porque practicaba con chicos más flacos, y yo solo trataba de no lesionarlos". Recibe 1.500 soles mensuales del IPD, pero allá en Valladolid vive por su cuenta. "Trabajé algunos meses como seguridad de una discoteca para ganarme algunas 'fichas' a la espera de que llegue el gran apoyo económico que me permita dedicarme plenamente al judo. Yo quiero llegar a los Juegos Olímpicos de Beijing. Esa es mi mayor ilusión", dijo el 'Chiquito' Zegarra, quien está próximo a cumplir 23 años.
Carlos es un ropero. Mide 2,01 metros "sin zapatillas puestas" y con el cuerpecito que se maneja tiene problemas para todo. "Es muy complicado que encuentre ropa para mí. El traje con el que compito, por ejemplo, lo he tenido que mandar a hacer porque simplemente no había de mi talla". Él usa un XXXL y calza 50.
Pero su principal problema es dormir. "Normalmente llego a un lugar, jalo el colchón al piso y duermo como un angelito. Ya me ha pasado que he roto varias camas en distintos lugares, y ahora trato de evitarme problemas". Cuenta que cuando camina por la calle algunos se asustan al verlo en la misma vereda y cruzan sin despegarle la mirada. Él ya está acostumbrando a eso.

El Judoka Carlos Zegarra

Tiene la figura de un mastodonte, pero la agilidad de un gimnasta. Pesa 160 kilos, pero sobre el tatami se desliza, arrastra y gira como si se tratara de un peso pluma. Carlos Zegarra aclara rápido, antes de que uno se sorprenda con esa cifra, que es pura fibra, ya que desde que ha llegado a España ha ganado mucho en musculatura y en técnica, aunque, claro, esta no se ve reflejada en la balanza.
Todavía tiene la emoción de haberse subido el mes pasado en el podio de los Juegos Panamericanos, el resultado más importante de su corta, pero bien papeada carrera.
A Carlos le dicen simplemente 'Chiquito', un sobrenombre que --como resulta obvio-- es un mero eufemismo para este grandulón que vivió en Pueblo Libre, se formó en el viejo gimnasio que tiene la federación en el Estadio Nacional y que ha crecido, deportivamente hablando, desde que se afincó en Valladolid, donde viene entrenando bajo las órdenes de la española María Martínez. ¿Una mujer? Sí, que, por si fuera poco, contrasta con Zegarra por ser menuda (me atrevería a decir que le llega a la altura del pecho al peruano).
"Haber ganado la medalla de bronce en Río de Janeiro ha sido todo un éxito y un aliciente más que importante para todo lo que se viene. El judo, como la gran mayoría de los deportes de alta competencia, es muy sacrificado. Entreno durante las mañanas, luego transmito lo que sé a un grupo de 250 niños en la academia y por la tarde vuelvo a la rutina del entrenamiento, en que combino el trabajo técnico con ejercicios en el gimnasio", reconoció.