Tiene la figura de un mastodonte, pero la agilidad de un gimnasta. Pesa 160 kilos, pero sobre el tatami se desliza, arrastra y gira como si se tratara de un peso pluma. Carlos Zegarra aclara rápido, antes de que uno se sorprenda con esa cifra, que es pura fibra, ya que desde que ha llegado a España ha ganado mucho en musculatura y en técnica, aunque, claro, esta no se ve reflejada en la balanza.
Todavía tiene la emoción de haberse subido el mes pasado en el podio de los Juegos Panamericanos, el resultado más importante de su corta, pero bien papeada carrera.
A Carlos le dicen simplemente 'Chiquito', un sobrenombre que --como resulta obvio-- es un mero eufemismo para este grandulón que vivió en Pueblo Libre, se formó en el viejo gimnasio que tiene la federación en el Estadio Nacional y que ha crecido, deportivamente hablando, desde que se afincó en Valladolid, donde viene entrenando bajo las órdenes de la española María Martínez. ¿Una mujer? Sí, que, por si fuera poco, contrasta con Zegarra por ser menuda (me atrevería a decir que le llega a la altura del pecho al peruano).
"Haber ganado la medalla de bronce en Río de Janeiro ha sido todo un éxito y un aliciente más que importante para todo lo que se viene. El judo, como la gran mayoría de los deportes de alta competencia, es muy sacrificado. Entreno durante las mañanas, luego transmito lo que sé a un grupo de 250 niños en la academia y por la tarde vuelvo a la rutina del entrenamiento, en que combino el trabajo técnico con ejercicios en el gimnasio", reconoció.
viernes, 12 de octubre de 2007
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